Tengo una idea

Creo que la mejor forma de empezar es con la idea. Me llegan muchos mensajes con ideas, siendo el objetivo del contacto muy variado. Desde simplemente contarla para conocer mi opinión al respecto, como para invitarme a desarrollarla en conjunto o invertir en ella. Estas ideas no siempre están relacionadas con el mundo de la tecnología, tal vez sí en su mayoría como “tengo una idea para una app”, pero también me escriben por otro tipo de negocios o productos e inclusive a veces por nuevas ideas dentro de una empresa con un producto o servicio ya funcionando.

Estos contactos terminan generalmente en un intercambio de comunicación un poco más fluida y profunda, e independientemente a la idea (que nunca son malas, no hay ideas malas), llegamos casi siempre a las mismas preguntas o reciben de mi parte los mismos comentarios.

Algo que siempre me gusta escuchar, es cómo surgió la idea. Quiero entender la motivación detrás de ella y esta se ve reflejada a través de la historia y cómo es relatada. Me resulta interesante conocer qué es lo que empuja al emprendedor a volverse loco por esa idea. Y no solamente me parece interesante a mí siendo el receptor del mensaje en este caso, sino que creo que es importante que el emprendedor también lo sepa. ¿Es por lo económico? ¿Es por el desafío de negocio o técnico? ¿Es por qué va a hacer un cambio positivo en la sociedad? Ninguna de estas respuestas es la más válida de todas pero es relevante conocer la motivación por detrás de todo. Saber esto, sobre todo dentro de un equipo de emprendedores, ayuda ya que si no hay un alineamiento entre ellos desde un inicio entonces puede traer problemas a futuro. No me refiero a estar todos en la misma página pero por lo menos saber qué es lo que mueve a cada uno o cuáles son sus intereses.

Ya tenemos la idea y sabemos por qué lo estamos haciendo. Tal vez no exactamente por qué, pero a grandes rasgos conocemos nuestra motivación principal. Perfecto, pero… “Ahora no quiero compartirla porque tengo miedo a que me la roben… Pensé tanto tiempo en esto como para que venga alguien más y lo haga antes que yo…” ¿Quiere decir esto que mi idea era lo suficientemente sencilla de llevar a cabo que al contarle a alguien lo pueda hacer? De ser así, ¿por qué no hay alguien ya haciéndolo entonces?

En mi opinión no compartirla es un error. Lo mejor que se puede hacer es compartir las ideas, de esta forma uno conoce más opiniones al respecto y percibe cosas que tal vez no haya pensado antes. La idea evoluciona de esta forma. Rara vez una idea se mantiene tal cual fue concebida desde el inicio hasta “el final”, y sufre muchas iteraciones en el camino. Digamos que el resultado final es la idea chocando con el mundo real. A veces sucede que al uno mismo estar tan metido dentro de una idea o pensamiento, deja de ver cosas, ya que está cegado, y ¿qué mejor que alguien de afuera para dar esa visión? Con esto no me refiero a ir gritándola a los 4 vientos sino que saber con quién compartirla y de quién se puede obtener un intercambio que colabore con su construcción.

Por otro lado sí pueden existir personas que desmotivan o echen para atrás una idea, pero si uno realmente cree en ella, entonces estas opiniones encontradas alimentan más el hecho de querer hacerla. Si la desmotivación es el resultado final de estas conversaciones entonces tal vez la idea no era lo suficientemente fuerte o uno no estaba realmente convencido. O tal vez simplemente le falta una vuelta de tuerca a la idea original. Hay que recordar de mantener estas conversaciones con la mente abierta, ya que uno viene pensando hace mucho tiempo en la idea y probablemente la otra persona sea la primera vez que la escuche.

En el camino nos encontraremos con muchas personas colaborando con la idea, aportando cosas que uno jamás las habría pensado y también con muchas personas que no estarán tan a favor. De ambas interacciones se aprende y la hacen progresar. Puede ser que alguien ejecute la idea antes que uno mismo, pero de eso se trata en definitiva, de quién está detrás llevándola a cabo, pensando casi el 100% del tiempo en ella y no de alguien que tuvo una conversación fugaz al respecto y poco tiempo para dedicarle.

Bien. No tuve miedo y compartí mi idea. Conversé y de cierta forma pude validarla. Esto es importante antes de meterse de lleno en su ejecución. Una investigación de mercado para emprendedores es algo muy costoso y a mi entender no vale la pena en etapas tempranas. Pero hay varias formas de realizar dicha validación. Una forma sencilla por ejemplo es investigar si en alguna parte del mundo alguien ya lo está haciendo y cómo está funcionando. Hay que tener sentido común también al interpretar esta información. Si vemos que en el caribe a una empresa le está yendo increíble vendiendo sombrillas de sol, no quiere decir que si lo hacemos en Alaska nos vaya a ir bien también. Hay que entender el mercado, la cultura, etc. Pero en definitiva si se lee bien la información sirve para validar. Entender el/los clientes finales también ayuda en la validación. Si mi idea aportaría para determinado sector de empresas o usuarios, es viable ponerse en contacto con algunos de ellos para recibir feedback temprano. Una idea puede pivotear muchas veces, inclusive en su etapa de ejecución. Hay muchas empresas conocidas las cuales sufrieron cambios a lo largo del tiempo. Un caso famoso es el de PayPal, empresa la cual se reinventó al menos 5 veces hasta llegar al servicio por el que hoy es conocida.

En definitiva, tener una idea es simplemente eso, tener una idea. Esta es una etapa bastante particular dentro del ciclo de un emprendedor y tal vez muchos ya la pasaron, pero creo que es de interés hacerse varias preguntas en ese momento:

  • ¿Por qué me llama la atención esta idea?
  • ¿Qué es lo que me motiva a hacerla?
  • Si tengo miedo de compartirla, ¿por qué es?
  • ¿Investigué lo suficiente antes de ponerla en marcha?

Lo más importante siempre es avanzar, no bajar los brazos y sobre todo no tener miedo. Después de todo la clave es la ejecución de las ideas y quién está detrás haciendo que esto suceda.

Ideas won’t keep. Something must be done about them.

Alfred North Whitehead